6:00 de la mañana en la urbe de más de ocho millones de habitantes igual número de historias, los primeros rayos de sol saludan y tocan los vidrios del bus, día opaco y frío. Fiel mañana en la capital, calles interminables, atascadas por buses que llevan trabajadores hasta las… puertas.
Todos afanados por llegar al trabajo, para sumar un día más de pensión y rutina, escuchar música, dormir, leer o simplemente meditar: ¡que día tan largo¡, casi todos caen en ese abismo, al asomarse por la ventada, no es difícil ver gente caminado rauda e intrínseca en propios universos, quizás por el frío, por el mal o buen día, pasos con huellas invisibles por el asfalto donde pasan sin mirar a los lados, todos juntos pero cada quien en su propio mundo.
Una pared blanca en la ciudad es imposible de admirar; más de siete millones de capitalinos transitan cada día por las calles, es imposible que alguien no se tenga que expresar, y como dice el primer grafiti que en mi ruta encuentro: “paredes blancas = mentes en blanco” es uno de los tantos grafitis que se pueden encontrar en el viaje, cada pared, cada puente, es un escenario adecuado para expresarse.
El bus se detiene en un semáforo, una invitación para descubrir un grafiti nuevo en el día, “ni Dios ni Amo “ un poco fuerte el mensaje sobre todo en un país católico, el país del sagrado corazón, pero un país sin tolerancia, continuo mi trayecto en el bus donde sigo admirando grafitis por todos lados muchos te hacen pensar “si nos quitan las yucas ,botaremos papas” o “si votar cambiara algo, seria ilegal “ son ejemplos de la imaginación de personas que se expresan de otra forma.
Tiempo y geografía recorro antes de llegar a la universidad, ya en el claustro el panorama no cambia las personas transitan sin importar lo que a su alrededor existe, cada quien en su mundo cada quien piensa solo, grafitis buenos, malos, de protesta, de amor, de pasión, para muchos dañan la visión, pero para otros es su única forma de expresión, única forma de hacer pensar al pueblo de sacarlo de su mundo y mostrarle lo que muchos otros viven, piensan o sienten, una forma que no es nueva que existe hace mucho tiempo, pero una forma que no todos aceptan “Si el hambre es ley la rebelión se justifica”.
Son grafitis… hacen pensar, que quizás es posible cambiar la monotonía, hacen cuestionar el sistema, no todo es color de rosa, en este país todos piensan diferente y no por ello no somos del mismo pueblo, un poco de tolerancia, de libre pensamiento, de cuestionarse hasta el más mínimo detalle, de pensar por ti y aceptar el pensamiento de los de los demás, si fuera aceptado el libre pensar de los demás esta sociedad podría mejorar, y los grafitis no quedarían en el anonimato.
“– armas + libros “
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