Es claro que durante la historia colombiana la población “Afrodescendiente” ha menoscabado cada vez más en la idiosincrasia de nuestra nación, claramente la riqueza etno-cultural, que se nos proporciona –casi a diario- da entrañables muestras de que la sociedad debe y está en la capacidad de reiterar la igualdad de condiciones y generar grandes oportunidades a quienes la conforman.

Con su muy característica identidad, los Afrocolombianos juegan un papel –en la actualidad- demasiado importante que da inicios de equidad y proporcionabilidad a quienes conviven en comunidad; es así como se definen partes de los rasgos característicos de ésta sociedad.
La recreación de una nueva visión cultural que exigió a los Afrodescendientes a la adaptación de otras costumbres, de otras condiciones de vida que se generarían mediante conceptos y procesos de interpretación, hacen que se creen nuevas identidades propias, novedosos y porque no –curiosos- estilos de vida ; es así como se demuestran importantes manifestaciones de compatibilidad cultural de las comunidades negras en las cuales su particular visión y concepción mágico-religioso juega parte predominante de su estilo de vida, que ajustan a su presente, a sus relaciones sociales, en sus relaciones con la naturaleza, incluyendo el con el universo, con los espíritus y lo sobrenatural, que caracteriza profundos rasgos de éstos.

Su identidad se caracteriza con un alegórico y muy particular modo de ver las situaciones que -por lo general- hacen un poco más llevadera existencia, haciendo traspaso generacional que no ha perdido su esencia, que se retroalimenta del pasado, presente y de un futuro cada vez más ligado a la interacción y la conjugación de nuevos elementos que ponen sabor y se ve envuelto en ricas y novedosas innovaciones culturales invaden contagiando de alegría y de una frescura propia cada rincón de la geografía nacional.
Es por ello que cada suspiro, cada sonido de tambor de chirimía, cada movimiento de caderas envuelve a su paso a todo aquel que se ve relacionado e hipnotizado por una comunidad que transporta y contagia aires de tranquilidad y un poco de “picante” a quienes les rodea.
Dairo Rodríguez Pinzón
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